domingo, 29 de enero de 2012

Capítulo 15.

*Narra Sara.


No era muy propio de Carlos, pero los celos son muy malos, y puede que lo haya hecho solo por eso. Confío en Pablo. Sigo buscando pero no encuentro nada. Joder, me han robado dinero. ¿Se lo cuento a mi hermano? No, a ver si se va a enfadar y entonces es el colmo. Ya sé, llamaré a Pablo. Cojo el móvil y marco su número. Tarda un rato en contestar.
- ¿Sí? - dicen al otro lado. Pero no era él.
- ¿Pablo? - silencio. - ¿Pablo? - espero un rato. Escucho voces de fondo.
- ¿Sara? - ahora sí era él.
- ¿Quién era ese?
- Era un antiguo amigo que me lo acabo de encontrar por la calle.
- Ah... Necesito que vengas. Me han robado.
- ¿Te han robado? ¿Quién?
- No lo sé, supongo que habrá sido mientras no estábamos. 
- ¿Qué te han robado?
- Dinero. Y bastante.
- Pues... El problema es que yo ahora mismo no puedo ir allí.
- ¿Por qué?
- Porque acabo de hablar con mi amigo el que te ha cogido el teléfono y íbamos a salir un rato, que hace mucho que no salimos.
- Ah, bueno... No importa. 
- Mañana hablamos, ¿vale?
- Mañana tengo cosas que hacer. Esta semana voy a estar ocupada.
- Bueno, pues ya hablaremos. ¿Vale?
- Vale. Adiós.
Y colgó. Lo notaba raro, pero no importa. Voy a acostarme, pero antes me aseguro de que la cerradura está bien. Sí, está perfecta. Habrá entrado por la ventana o por quién sabe dónde...


La semana ha pasado. He estado haciendo cosas y estudiando. Sigo sin saber qué pasó con el dinero. No he vuelto a ver a Carlos. ¿Se habrá ido de verdad? ¿Se habrá ido de verdad... para siempre? Suena el móvil.
- ¿Quién es? - pregunto yo.
- Hola. - es Pablo. - Tengo que decirte algo...
- ¿Qué pasa?
- Resulta que tengo que irme de viaje a... A Portugal. 
- ¿Cuánto tiempo? - pregunto interrumpiéndole. No, él también que no se vaya...
- Hasta el verano. Es un poco en plan "vacaciones" creo. Luego volveré aquí.
- Bueno... ¿y cuándo te vas?
- Ahora mismo voy en coche al aeropuerto para coger el avión.
- ¿¡Qué!? ¿No vamos a despedirnos?
- No te preocupes, Sara, nos veremos pronto. Te lo prometo.
- Está bien... Adiós, cuídate.
- Adiós. Te quiero.
Tengo la sensación de que iban a ser unos meses largos.


Meses después..


*Narra Carlos.


He estado siguiendo el rastro de Pablo todo este tiempo. No he vuelto a hablar con Sara, pero le persigo por si acaso. Pero... ¿por qué me preocupo por ella? Si luego ella no me cree... Es que la quiero, y entonces esas cosas no importan, solo me importa ella, da igual lo cabezota que sea. Si hubiese tenido más cuidado con la moto... Hoy creo que llegaba Pablo de Portugal, así que iré a vigilarle como de costumbre. Lo veo bajando del avión. Va con alguien, alguien que me resulta familiar, pero no le veo bien porque va encapuchado. Les sigo hasta el coche. Cuando se montan, el otro se quita la capucha. Mierda. Mierda. Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda. Lo sabía, sabía que Pablo traía algo malo. Pablo saca el teléfono y marca un número.
- ¿Sara? ... Sí, ya estoy aquí. Voy para tu casa y nos vemos vale? ... Adiós, te quiero.
Y cuelga. No, tengo que llegar antes de ellos y avisar a Sara antes de que sea demasiado tarde. ¿Me creerá esta vez?


*Narra Sara.


Estoy sentada en el sofá esperando a Pablo. Al fin volveré a verle después de tanto tiempo. Le he echado mucho de menos. Como a Carlos... ¿Dónde estará? Tengo la sensación de que se fue de verdad...
- Sara. - me giro y le veo.
- ¡Carlos! ¡Pensé que te habías ido! ¿Por qué desapareciste?
- Sara, no hay tiempo para explicaciones. Tienes que escucharme. Y tienes que creerme.
- ¿Qué pasa ahora? - pregunto extrañada.
- Es Pablo. Te ha utilizado todo este tiempo. Viene hacia aquí, y viene con él.
- ¿Quién es él?
- Con Jorge, Sara.
- ¿¡Qué!? Deja de inventarte cosas, por favor.
- ¡Otra vez! Créeme, por favor. No lo sabe nadie más, y si tú no me crees yo no puedo hacer nada así. ¿No ves que todo cuadra? El dinero que te robó Pablo, fue para pagar para que Jorge saliera de la cárcel. Todo tiene sentido. Tienes que irte de aquí, por favor. Sara, confía en mí, hazme caso. - Tenía los ojos llorosos... ¿Y si era verdad? No, no puede ser. Llaman a la puerta. - Sara, no abras la puerta.
- Solo voy a mirar a ver quién es. - me acerco y miro, es Pablo. - Es Pablo, no pasa nada. Viene solo.
- Eso es lo que tú crees. Sara, por favor.
Abro la puerta.
- ¡Pablo! - Le abrazo sin pensarlo, pero cuando me doy cuenta, no estoy abrazando a Pablo. Mierda, no, Carlos tenía razón. Debí haberle creído.
- ¿Me has echado de menos, Sara? - dijo él. Me empuja y me mete en la casa. Cierra la puerta. Pablo entra tras él.
- Tú... - digo mirando a Pablo. - Eres un traidor, un mentiroso y un cabrón. Confié en ti, y me lo pagaste robándome y haciéndome esto.
- ¿Crees que de verdad te quería? Sara, por favor... Qué ingenua eres. - dijo él.
- ¡Eres un... - iba a tirarme encima de él para pegarle pero Jorge me empujó para evitarlo y me tiró al suelo. Grité de dolor, ya que pegué todo el lado derecho de la cara en el suelo. Al empujarme, un jarrón cayó al suelo, y se llenó todo de cristales. Intento levantarme del suelo, pero no puedo. Cuando por poco no lo consigo, Pablo me lo impide. Quedo boca arriba en el suelo y con Pablo sentado y medio apoyado sobre mí.
- Sara... ¿De verdad pensaste que te quería? - dijo en tono divertido. - Solo quería sacar a mi padre de la cárcel y vengarme de ti y de tu estúpido novio. Y bueno... también para divertirme un poco.
- ¿Tu padre?
- Sí, él es mi padre. De otra mujer antes que la madre de el estúpido Carlos.
- ¿Por eso me robaste? ¡Para vengarte!
- No, la historia se remonta antes, Sara.
- ¿Cómo que antes?
- Yo fui el que hizo que Carlos tuviera el accidente. Ahí empezó todo. Yo le atropellé. - empieza a reírse, y le escupo en la cara. Eso es suficiente para poder librarme de él, pero Jorge me agarra por los pelos desde atrás y me tira al suelo, haciéndome mucho daño y cayendo sobre un trozo de cristal que sentí clavándose en mi muslo izquierdo. Jorge tenía un cristal en la mano. Me mira sonriente, riéndose, orgulloso de lo que está haciendo. Complacido de vengarse.
- ¿Por qué querías matarle? - dije yo.
- Él fue el que me metió en la cárcel. Él y tu hermano. Ah, se me olvidaba... Tu hermano ha tenido un "problemilla" en la universidad...
- ¿¡Qué le has hecho a mi hermano!? - dije harta ya de todo. Empecé a derramar lágrimas. Esto era demasiado para mí.
- Ya lo verás... Si es que alguna vez llegas a salir de aquí. - Entonces me enseñó el cristal y me hizo un pequeño corte en la muñeca, pero en el punto exacto para que saliera suficiente sangre.
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Perdón, de verdad. Siento no escribir desde tanto tiempo. Pero he estado liada con algunas cosillas y a parte no tenía mucha inspiración.
Bueno, espero que sea suficiente la recompensa. Intentaré publicar pronto.
Un beso a todos y siento la espera.

viernes, 6 de enero de 2012

Capítulo 14.

*Narra Carlos.


Al momento de que yo desapareciera, ella empezó a llorar. Seguía sentada en el mismo sitio. Entonces llamaron a la puerta.
- Sara, soy yo, Pablo. ¿Estás bien?
- Sí, sí... En seguida salgo. - dijo Sara.
Entonces pude sentir los pasos de Pablo indicando que se alejaba. Ese chico tenía algo que, no sé, algo que no me daba buena espina. Aunque tal vez sea imaginaciones mías... Tal vez es que no pueda soportar que ella esté feliz junto a él. Tengo que asimilarlo de una vez. No debí haberme quedado aquí, debería haberme ido desde el principio, así ella estaría feliz ahora, y no llorando. Se acaba de levantar y se está lavando la cara. Sí, a él le podrá engañar y podrá decirle que está bien, pero a mí no me engañaría. Yo sabría que ha llorado. Por el brillo de sus ojos. Sus hermosos ojos. Abre la puerta y salen. Se dirigen a una heladería, esta vez invita ella. Están hablando de cosas varias, creo, pero ahora mismo Pablo se ha puesto serio, y le ha cogido la mano.
- Sara, quiero hablar contigo de... de lo de antes. Es que como te fuiste así, pienso que... que no querías hacerlo o algo.
Sara se queda callada y pensativa. ¿Le querrá a él? Tal vez ella ya me haya olvidado, ¿quién sabe? Aunque, es lo mejor, que me olvide, pero por él... No sé, se verá muy majo, pero no sé si es el estar medio muerto medio vivo o no sé, pero me da mala espina.
- Pablo... no te preocupes por eso, ¿vale?
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Quiero decir que... Que todo está bien. Deja el tema, ¿vale? Luego lo hablamos.
- Vale, como tú digas.
Siguen comiendo y después la acompaña a su casa. ¿Qué hora será ya? No lo sé, pero creo que ya es tarde. Espera... ¿están entrando? ¿Por qué entran los dos? Esto no tiene buena pinta. Al entrar, Sara lo invita a sentarse y a poner la tele, mientras ella va a cambiarse. Cuando sale, Pablo pone la tele con el volumen un poco alto, no sé por qué. Entonces se levantó y empezó a cotillear cajones y más cosas. ¿Qué está haciendo? ¿Qué quiere encontrar? Coge una cartera, y saca dinero. ¿¡Le está robando!? ¿¡Qué quiere de Sara!? Debo decírselo a Sara cuanto antes, pero tendré que esperar a que el capullo este se vaya de aquí para poder hablar a solas con ella...


*Narra Sara.


Vuelvo al salón después de haberme puesto cómoda y está Pablo sentado viendo la tele. 
- Ya estoy. - dije yo.
- Estás muy guapa con ese chándal.
- Sí, claro, con el chándal.
- En serio. - entonces sonrió con una sonrisa de las suyas. Me siento al lado suya en el sofá.
- ¿Es momento ahora de hablar? - preguntó.
- ¿Sobre qué? - dije haciéndome la tonta, aunque sabía perfectamente a lo que se refería.
- Sabes perfectamente el por qué.
- Ah... Eso...
- Quiero que seas clara conmigo, Sara.
Cuando me di cuenta, me estaba besando otra vez. Si digo la verdad, me gustan sus besos, sí, pero no puedo evitar pensar en Carlos mientras... Debo pasar página de una vez. No puedo seguir enamorada de él, porque por mucho que no quiera admitirlo está muerto y... ahora se ha ido. Tal vez Pablo me ayude a olvidarle. Tal vez con él la vida comience a sonreírme. Además, tampoco se ve mala persona. Podríamos intentarlo, ¿no? No hay nada de malo en esto... Se separa de mí.
- ¿Quieres salir conmigo? - dijo dudando. Me quedé un rato callada.
- Sí. - dije finalmente. Me ayudaría a olvidar.
- ¿De verdad?
- Sí, de verdad.
Y de nuevo, me besó, pero esta vez el beso lo intensificó más atrayéndome a él por el cuello.


*Narra Carlos.


No puedo seguir con esto. No puedo seguir viendo esto. Va a salir con él... ¿Por qué? ¿Por qué con él? ¿Por qué tuve que tener ese accidente? ¿¡Por qué tuve que irme y dejarla así!? Todo esto es por mi culpa. ¡Si hubiera tenido más cuidado en ese cruce, ahora yo no estaría muerto y ella seguiría conmigo, feliz! La vida es tan injusta... Se separan, y Sara dice algo, que hace que Pablo se levante. Supongo que le habrá dicho que era tarde o algo. Lo acompaña a la puerta. Se besan de nuevo, ¿nosotros también éramos así? Le estoy cogiendo asco al tal Pablo. Se va. Al fin. Es mi oportunidad de hablar con ella y contarle lo que estaba haciendo antes el otro. Intentaré abrirle los ojos, solo espero que me haga caso.


*Narra Sara.


Subo a mi cuarto y me pongo el pijama antes de que llegue mi hermano. Me lavo la cara en el cuarto de baño y bajo al salón. Abro el cajón que hay allí para coger el cargador de mi móvil, que le queda poca batería, cuando veo mi cartera abierta. La saco, y la miro por dentro. Juraría que antes tenía dinero antes, y el dinero que llevaba hoy me lo dio mi hermano... ¡Han entrado a robar mientras no estaba! No, no, tendría que estar en otro lado el dinero. No puede ser que me lo hayan robado, ¿no? Empiezo a ponerme nerviosa y a respirar rápido. Relájate, Sara. Pero, si han robado, pueden haber robado más cosas, ¡quién sabe el qué! Miro hacia el lado, y veo a Carlos.
- ¡Carlos! ¡Estás aquí! ¡Tienes que ayudarme! ¡A entrado un ladrón quién sabe como y me ha robado!
- No ha entrado ningún ladrón. Tú le has abierto la puerta.
- ¿De qué estás hablando? - le pregunto sin entender nada.
- El dinero te lo ha robado Pablo, Sara. No sé por qué, pero te lo ha robado él.
- Para, para, para. ¿Y tú qué sabes?
- Lo vi.
- Tú lo que estás es celoso. Lo que quieres es que no me acerque a él, ¿verdad?
- ¿No confías en mí?
- Sobre esto, no.
- Allá tú, Sara. Yo te he avisado. Luego no te lamentes...
Y dicho eso desapareció de nuevo, dejándome con la palabra en la boca.
No creo que me lo haya robado Pablo. Él no es así. Lo sé. Serán los celos seguro, aunque eso no era muy propio de Carlos...