viernes, 31 de agosto de 2012

Capítulo 19.

*Narra Sara.

Desde entonces, me llevo bastante bien con Guille. Realmente se está comportando como un buen amigo. Y lo que más me gusta es que no me pregunta sobre mi pasado, y si me pregunta, le cambio de tema y a él le da igual. Sinceramente, es que no tengo ganas de decirle todo lo que me ha pasado, lo de mis padres, lo de que me persiguieron, que veía a Carlos, todo eso preferí dejarlo a parte. Además, el tampoco me ha contado nada de su pasado, ni yo le he preguntado, la verdad es que el pasado no importa, creo. Después de aquel día, empezamos a quedar más veces, empezamos a coger más confianza, yo le contaba todo, bueno, todo menos mi pasado. Le había cogido mucho cariño en el tiempo que había pasado. Ahora iba a quedar con él, íbamos a cenar en la playa, una pizza y refrescos, un plan perfecto para una noche en pleno verano. Me puse un pantalón vaquero corto, una camiseta de tirantes y el bikini debajo, con las chanclas de la playa. Al poco rato suena el timbre. Miro por la mirilla, es él, ya está aquí. Me miro al espejo una última vez, y después de asegurarme que llevo el dinero, el móvil y las llaves, ya que mi hermano está de viaje de negocios en Londres y estoy sola un par de días, abro la puerta.
- Hola. - dije yo.
- ¿Vamos? - dijo sonriendo.
- Sí, tengo hambre.
Fuimos a la pizzería que estaba cerca de la playa y pedimos la pizza, tardó unos quince minutos más o menos.
- Son diez euros.
- Aquí tiene. - dijo él, dándole los diez euros al de la pizzería, todos suyos.
- ¿Qué haces? Yo traigo dinero para pagar mi parte.
- De eso nada, hoy invito yo.
- ¿Por qué?
- Porque yo quiero.
- Anda, qué listo tú, ¿no?
- Sí.
Salimos de la pizzería y fuimos a la playa, donde vamos todas o casi todas las tardes. Empezamos a comer y cuando terminamos me tumbé en la tierra. Al rato se tumbó él al lado mía. Nos quedamos un buen rato los dos en silencio, mirando el cielo, las estrellas. Había luna llena, y era preciosa.
- ¿La has visto? - dije yo.
- ¿El qué? - me incorporé y me senté, mirándole.
- La luna llena. - miré hacia el cielo. - Es realmente hermosa, ¿verdad?
- Igual que tú. - contestó él, e hizo que me sonrojara, como siempre.
- ¿Has pedido un deseo?
- ¿Qué?
- Sí, dicen que cuando hay luna llena, si pides un deseo se hace realidad.
- ¿A ti te ha funcionado?
- No se dice.
- ¿Por qué?
- Porque no quiero. - dije imitándole a él en la pizzería.
- Me la has devuelto, ¿no? - me reí.
- Venga, pide un deseo. - en ese momento pedí uno yo. - ¿Ya?
- Sí, ¿y tú?
- También.
Pasa un rato y me vuelvo a tumbar, esta vez apoyo mi cabeza en su pecho, y él me acaricia mientras el pelo. Guille me hace sentir segura, como solo me sentía con... con Carlos. Todavía me cuesta recordar, le echo de menos... La vida es realmente injusta, por qué se lo llevaría... Pero bueno, tengo que dejar de pensar en eso, es... es pasado.
- ¿Estás llorando, Sara? - ¿estaba llorando? Mierda.
- ¿Qué? - dije secándome las lágrimas rápido. - No, no, no estoy llorando. - sorbí con la nariz.
- Bueno, entonces... ¿estabas llorando, Sara? - me quedé en silencio y agaché la cabeza. - Te he visto. ¿Qué te pasa?
- Por favor... Cambiemos de tema, ¿vale?
- Sara, siempre que te veo mal y te pregunto me dices lo mismo, ¿me contarás algún día por qué lloras?
- No sé, pero lo que sé es que hoy no.
- ¿Por qué? ¿En qué estabas pensando para llorar?
Me quedé callada, de nuevo. Él esperaba respuesta, pero mientras él esperaba, yo recordaba más cosas. Y no solo a Carlos... Recuerdo todo. Lo de mi madre, el daño que le hicieron, el que podrían haberme hecho a mí... Mi padre, Jorge, Pablo... No tengo familia, bueno sí, mi hermano, es lo único que me queda de ella, si le pasara algo a él ya no sé lo que haría. Entonces lloro, lloro más aún, tapándome la cara e intentando aguantar los sollozos, pero algunos se escapan.
- Sara, por favor, ¡cuéntame ya todo! - dijo Guille.
- Guille... - dije entre sollozo y sollozo - ahora no, por favor...
- Yo creo que ahora es cuando debes contármelo. Qué pasa, ¿no confías en mí? ¿Tan malo soy para que aún no confíes en mí?
- No digas eso... Sabes que no es verdad.
- Cuéntamelo, por favor, desahógate, y yo podré ayudarte. - pasa un minuto. - Sara. - otro minuto. - Por favor.
Me levanto y me dirijo a la orilla.
- ¿Dónde vas? - oí cómo se levantaba. Me giré rápido.
- No me sigas, por favor.
- ¿Pero dónde vas?
- Voy a dar una vuelta, a despejarme, ahora vuelvo, volveré rápido, de verdad. Tú espérame.
- Está bien...
Continué andando, hasta que me cansé y me senté en la arena. Rodeé mis rodillas con mis brazos y metí la cabeza entre mis piernas, y estuve pensando. Reflexionando sobre todo, y he decidido contarle todo a Guille. Respiro varias veces hondo hasta que me tranquilizo. Luego me levanto y me sacudo para quitarme la tierra. Empiezo a andar hacia donde estaría esperándome Guille, espero. Voy tranquila, despacio, ya me he tranquilizado. De repente suena mi móvil. Lo saco y veo que es mi hermano, seguro que ya ha llegado el avión. Lo cojo.
- ¡Hola! Ya has llegado, ¿no? ¿Qué tal ha ido el viaje?
- Perdone, ¿es usted familiar de Juan?
- Mm, sí, ¿por qué? ¿Quién es usted?
- Soy un policía de Barcelona.
- ¿De Barcelona? ¿Y qué hace con el móvil de mi hermano? ¿Qué ha pasado?
- Verá... Se ha estrellado el avión en el que iba su hermano. Ha habido unos fallos técnicos y cayó estrepitosamente. Todos los que iban en el avión han... fallecido. - el móvil se me cae al suelo, y después del móvil, caigo yo. De rodillas, y me quedo como en shock. ¿¡ESTO ES ENSERIO!? ¿¡QUÉ LE HE HECHO YO A LA VIDA PARA QUE ME LO PAGUE ASÍ!? Empiezo a respirar rápido, muy rápido. Siento que me estoy quedando sin aire. Empiezo a llorar, pero más que antes, mucho más. Como nunca antes había llorado. Me seco las lágrimas y veo a lo lejos a Guille. Me levanto y voy corriendo como puedo hasta alcanzarle. Me ve.
- ¡Sara! ¿¡Sara qué te pasa!? - pero yo no respondo, no me sale la voz, solo lloro y lloro, sollozo, uno tras otro, interminables. - ¡Sara, por favor, dime por qué estás llorando así!
- Es... - no podía hablar, la voz no me salía. - Me ha llamado... - no podía, no podía, no me sentía capaz para nada, y menos para hablar de esto.
- ¿Quién te ha llamado?
- Llévame a casa por favor... - dije como pude. Se quedó quieto. - Por... favor...
- Vale.
Me acompañó a casa, en silencio. Bueno, en silencio quitando mis sollozos. Iba abrazada a él, con la cabeza apoyada en su pecho, y él me agarraba de la cintura. Al poco rato llegamos a mi casa, abrí la puerta a pesar del temblor que tenía en todo el cuerpo y subí. Me lavé la cara y me recogí el pelo. Me puse el pijama y me di cuenta de algo, el móvil, lo perdí. Pero no tenía importancia, entonces bajé. Él estaba abajo, esperándome. Yo seguía respirando alterada, pero ya no lloraba. Me senté al lado de él, que seguía en silencio.
- Cuando me fui, mientras iba volviendo, me llamó la policía de Barcelona.
- ¿La policía de Barcelona? ¿Por qué?
- Desde... el número de mi hermano.
- ¿Qué ha ocurrido? - dijo, poniéndose serio. Empezó a caer una lágrima de mi mejilla. Otra vez no...
- El avión en el que iba ha tenido un fallo técnico, y se ha estrellado de camino a Londres...
- ¿Y él cómo está?
- Todos los pasajeros del avión han... muerto. - de nuevo empiezo a llorar, no puedo evitarlo.
- Lo siento... - dijo, le miré y vi que tenía los ojos llorosos. Sonreí.
- Pero no llores tú también.
- No puedo evitarlo viéndote así. - pasó un rato en silencio.
- He decidido... - me quedé pensando. - He decidido contarte todo.
- ¿Todo?
- Sí, todo. Y te lo voy a contar ahora. - respiro hondo. - Verás, hace unos años, nos secuestraron a mí y a mi madre, y nos encerraron en un garaje o a saber dónde. Yo conseguí escapar, pero después de ver cómo torturaron a mi madre hasta matarla... - una pequeña lágrima cae de mi ojo, pero me la quito rápidamente. - Nunca dije quiénes fueron, tenía miedo, yo dije que la atropelló un coche, pero no fue así. Al poco tiempo de eso mi padre, al no poder más... se suicidó. Nos dejó solos a mi hermano y a mí. Me quedé yo sola en la casa ya que mi hermano vivía en su piso aparte. Entonces conocí a... a Carlos. - respiré hondo de nuevo. - Me enamoré. Muchísimo. Y nos iba bien, hasta que un día me contó la verdad. Aunque ahora no fuese así, todo empezó, él empezó a acercarse a mí porque su padrastro era el uno de los hombres que mató a mi madre, el que más daño le hizo. Él se enteró de que escapé y me encontró, y quería saber si yo había contado la verdad o no. Pero a él se la conté, a Carlos. Él no le dijo nada a su padrastro, Jorge, pero se enteró, y tuvimos que huir de mi casa, nos fuimos al casa de mi hermano, ya que quería matarnos a los dos, a mí por lo de mi madre y a Carlos por haberle traicionado. Nos iba bien con mi hermano, hasta que un día, Carlos tuvo un accidente de tráfico y... murió también. Lo pasé mal, muy mal, lo único que me quedaba en la vida era mi hermano. Hasta que un día, no sé cómo, pero conseguí verle. Y desde aquel día, le veía siempre que podía, y hablaba con él, con Carlos, mi Carlos... Pero él de vez en cuando se alejaba de mí, porque quería que pasara página. Entonces conocí a Pablo, que era muy bueno conmigo. Pero el tiempo pasó y descubrí que Pablo y Jorge estaban compinchados... Ellos mataron a Carlos, ellos le atropellaron. Carlos me lo avisó, pero yo no le hice caso... Al final me salvé, no sé cómo porque no recuerdo muy bien. Ahora estoy a salvo, y volví a hablar con Julia, que era mi amiga hasta que pasó lo de mi madre, que me alejé de todo. Y luego pues te conocí, y todo me empezó a sonreír de nuevo, mi hermano y yo éramos felices... Y ahora él no está... Estoy sola. - me quedé en silencio, su cara expresaba miles de emociones, pena, confusión, incredibilidad, intriga, no sé. - Puede que me tomes por loca por lo de Carlos, pero te juro que es verdad. Desde que desperté después de lo de Pablo y Jorge, se despidió de mí y no volví a verle. - paso otro rato callada, y él igual. - Querías que te contara mi pasado... Este es.
- Sara... - me abraza, fuerte, muy fuerte, de esos abrazos que intentan decirte que nunca te dejarán, que siempre van a estar contigo. - Eres fuerte, muy fuerte. - suspira. - Te aseguro que tu madre estaría muy orgullosa de ti. - se me cae una lágrima y él me la quita con la mano. - Y que sepas una cosa, no estás sola. Nunca vas a estarlo. Yo voy a estar siempre contigo, no lo olvides nunca, preciosa.