1 año después
- Señorita López.
- Qué.
- Preste atención en la clase.
- ¿Para qué? ¿De qué me sirve saber lo que era el imperio carolingio o como se llama?
- No me conteste, señorita.
- ¿Qué va a hacerme, expulsarme?
- Eso mismo voy a hacer ahora.
- Vale.
Expulsada de la clase de nuevo. Una vez más, una vez menos, qué más da... Me levanto de mi sitio y salgo de la clase.
- Ya se sabe usted el camino.
- Sí.
- ¡Ah! Pero hoy, no vaya hacia allí, hoy vaya hacia el despacho del director.
Salgo y cierro de un portazo. Esta profesora siempre está igual. Busca siempre cualquier excusa para expulsarme. Pero esta vez, me manda al director. A saber qué paranoya me suelta este tío...
Llego a la puerta y entro sin llamar.
- Señorita, se llama antes de entrar.
- Lo siento. - mentí.
- Siéntese.
Pasé y me senté en una silla. El director me miró seriamente.
- ¿Qué has hecho esta vez, Sara?
- Nada.
- ¿Nada? - asentí - Ese es el problema. No haces nada. No puedes seguir así. Estás en segundo de la E.S.O, apenas acabas de empezar a estudiar y te queda mucho camino por delante, no lo desaproveches.
- No me eche el sermón de lo que va a ser de mi vida, porque ya me lo ha dicho un montón de veces.
- ¿Y ha servido de algo?
- No. Sigo pensando igual.
- ¿Y qué piensa usted?
- En cuanto pueda, me quito del instituto.
- ¿Y qué hará en su vida?
- No lo sé. Ya se verá con el tiempo.
- ¿Qué te ha pasado, Sara? Antes no eras así...
Un vago recuerdo invade mi mente.
- Buenos días, alumnos. Mi nombre es Fran, y soy el director de este instituto. Estaré aquí siempre que lo necesitéis, ya que es vuestro primer año y estaréis un poco perdidos, pero os acostumbraréis mucho.
Qué amable. Qué ilusión. Mi primer año de instituto... Todos van muy bien vestidos. Me encanta la ropa de todos. ¿Iré yo también bien vestida? Llevo los pantalones cortos vaqueros con una camiseta rosa, mi favorita: la que me regaló a mi madre.
- Ahora, cada tutor llamará a sus alumnos y los llevará hacia su clase.
Qué guay. Me encanta esto. Empezó el tutor de 1º E.S.O. A. Empezó a decir varios nombres, y yo estaba atenta por si decía mi nombre. Espero que yo esté en esta clase, porque están todas mis amigas.
- Sara López.
Bien. Verás cuando se lo diga a mi madre... Me levantó y voy con el grupo. Esto tiene pinta de ir bien.
- ¿Sara?
- ¿Qué?
- ¿Que qué te ha pasado?
- ¡No lo sé!
- No será por el accidente de tu madre...
- Que atropeyaran a mi madre - dije, con dolor, de una forma brusca - no significa que yo haya cambiado por eso.
- Yo creo que tiene algo que ver...
- Y yo le digo que no.
- Bueno, mire, te cojo cita para el orientador, pásate por ahí y habláis...
- No necesito ir al orientador. - hubo un pequeño silencio. - ¿Puedo irme ya? - asintió. - Adiós, señor director.
Salí de allí, y me dirige a la sala de expulsados. Iba pensando en mis cosas, mirando hacia el suelo, cuando me choco con algo y caigo de culo al suelo.
- ¡Lo siento! ¿Estás bien?
Miro hacia arriba. Hay un chaval, puede que un año mayor que yo si acaso.
- Mira por dónde vas, ¿no? - dije en tono molesto.
- Lo siento.
Me tendió la mano para levantarme, pero me levanté yo sola y me fui. Llegué a la sala de expulsados y saludé a la profesora que estaba siempre allí.
- Buenos días. - dijo ella.
- Hola.
Me senté y no sabía qué hacer. Me quedé mirando a la pared blanca, pensativa, mientras la maestra hablaba por teléfono. Al poco rato, colgó.
- Señorita López, el orientador ha dicho que en el recreo vaya a la biblioteca, que la estará esperando. Y que no falte esta vez.
Rodee los ojos. Menuda mañana estaba teniendo hoy. Una de las peores. Aguantando charlas y cayéndome. ¿Qué más podía pasarme?
Pasó lo que quedaba de hora y me fui a la biblioteca. Iba a abrir la puerta pero alguien la abrió a la vez y me tiró de espaldas. ¿¡Cuántas veces iba a caerme hoy!? Pero esta vez, unos brazos me aguantaron por detrás. Una niña de primero salió pidiendo disculpas, pasé de ella. Me incorporé y me giré, entonces vi al chaval que me encontré antes.
- Vaya, parece que no siempre que te caes es por mi culpa.
- ¿Tú otra vez?
- Un gracias no estaría mal. - dijo mientras sonreía.
- No soy de las que dan gracias. - contesté irónica, pero divertida.
- Pues prueba a ver si puedes esta vez. Te he evitado caerte otra vez...
- Gracias. - dije, rendida. Tarde o temprano iba a tener que dárselas.
- Denada. ¿A que no era tan difícil? - Sonrió de nuevo y le correspondí. - Me llamo Carlos.
- Yo Sara.
- ¿Vienes fuera?
Lo olvidaba. El orientador me está esperando.
- Lo siento, me están esperando dentro.
- Bueno, pues ya nos veremos.
-Sí.
Y entré en la biblioteca. Allí estaba el orientador, sentado en una mesa, esperándome, serio. Me acerqué a la mesa.
- Pensé que no ibas a venir.
- Pues he venido.
- Siéntate, vamos a hablar.
Y aquí venía otra larga y pesada charla.
I ese chico...jujuju la gracias k mono
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