¿Cuántas veces había llamado en un solo día? Ya era por la noche, y no sabía nada de él desde que se fue, y lo único que hacía era llorar de lado en lado. Menudo sábado que estoy teniendo.
Llaman al timbre. Por favor que sea él, por favor que sea él, por favor que sea él... Abro y, ahí estaba, pero sin maletas y sin nada, simplemente él. Le abro y me lanzo a sus brazos, pero no me recibe como siempre. Ni si quiera me devuelve el abrazo. ¿Qué le pasa?
- ¿Puedo pasar? - dijo en tono frío.
- Sí...
Pasamos y nos sentamos en el salón.
- ¿Has mirado los mensajes?
- Por eso estoy aquí.
- Pues habla. - dije, estaba en tensión, pero sentía que en cualquier momento empezaría a llorar otra vez.
- Tenemos que dejarlo Sara.
Eso me sonó como una cuchillada en la espalda.
- ¿Por qué? - dije con la voz gangosa.
- Porque es lo mejor.
- No pienso lo mismo.
- Es que tú no lo entiendes.
- ¿Qué es lo que no entiendo?
- Nada.
- No, dime qué no entiendo. ¿Me he perdido algo, o qué? - estábamos los dos bastante irritados.
- ¡Nada! ¡Tu no entiendes nada! - gritó.
Aquel grito me rompió el alma. Sentí como mi corazón y mi alma se derrumbaban a cachitos...
- Si no me dices las cosas, no creo que entienda nada. - dije en apenas un susurro mientras una maldita lágrima traicionera caía por mi mejilla lentamente.
- Es que es demasiado complicado para contarlo.
- Creía que no teníamos secretos.
- Y yo creía que lo entenderías.
- Pues, parece que los dos estamos equivocados.
Silencio. Se levanta.
- ¿Ya está?
- ¿Ya está qué?
- ¿Así quedó todo?
- Sí.
- ¿Por qué?
- Porque es lo mejor para los dos.
- No creo que sea lo mejor.
Entonces no sé cómo ocurrió, pero dio un gran cambio. Venía duro, y de repente el rostro le cambió y se volvió frágil, y pasándolo mal, casi o igual de mal que yo, incluso peor.
- Sara, no hagas esto más difícil de lo que es ya.
- ¿Pero qué es lo que ha pasado?
- Cosas, Sara.
- ¿Pero por qué no me lo cuentas? ¿Te he hecho algo?
- ¡Tú no tienes la culpa de nada! ¡Es mi culpa, toda la culpa es mía! ¡Y no puedo seguir así, después de lo que he hecho!
- ¿Pero qué es lo que has hecho?
- Lo siento, Sara.
Se fué y cerró la puerta detrás de él. ¿Qué ha pasado para que estemos así? ¿Qué es lo que se supone que ha hecho? Estoy demasiado confusa.
***
Mi vida ha vuelto a ser igual que antes. Sin Carlos, todo volvió a ser blanco y negro, como antes de estar con él. Solo habrá pasado una semana si acaso, pero en esa semana me he dado cuenta de que sin él, no soy nada. Para colmo, lo veía en el instituto, y ni si quiera me miraba a la cara... Pero ya me harté. En este recreo, hablaré con él sí o sí.
Lo que quedaba de hora se me pasó eterno, pero pasó. Así que salí como una bala a buscarlo. Lo busqué por todo el patio, pero no lo encontraba. Busqué por la cafetería, tampoco estaba. Busqué por TODOS lados, pero no lo encontraba. Solo me faltaba un sitio, y era la biblioteca. Por favor que esté allí, por favor que esté allí...
Abro la puerta y, gracias al cielo, está allí sentado. Solo. Mejor. Camino de manera disimulada esperando que no me haya visto, y voy hasta la mesa donde está sentado, y me siento en la silla de enfrente. Él alza la vista, y me ve. Hace ademán de levantarse pero le aguanto del brazo y le obligo a que se siente.
- ¿Qué quieres? - preguntó con voz dura.
- Hablar contigo.
- La biblioteca no es sitio para hablar.
- Pero...
- ¡Silencio! - dijo la bibliotecaria, cortándome.
- ¿Ves? - dijo él.
- Pero no hay otra forma de que hablemos. Es esto o nada.
- Vale, hacemos un trato. Te prometo que a la salida hablamos.
- ¿Me lo prometes de verdad?
- Te lo prometo.
- Pues te espero a la salida en la puerta.
Me levanté y me fui. Estoy confiando en él, espero que no me falle.
Lentísimo. Ese es el adjetivo que define perfectamente como ha pasado el tiempo desde aquel recreo. Menos mal que, pasó. El tiempo pasó. Llegó la hora de la verdad. De hablar con Carlos, y de que me dijera el por qué de haberse ido, de comportarse así, de todo.
Fui lo más rápido que pude a la salida, y cuando llegué, él ya estaba allí. De pie, serio, esperándome.
- Ven, vamos al parque de siempre. - dijo en tono "tranquilizador".
Le seguí. Llegamos pronto, ya que estaba bastante cerca, aunque el camino se hizo eterno. Nos paramos y nos quedamos de pie. Yo estaba esperando a que él hablara, pero como no lo hacía, hablé yo.
- Bueno, ¿qué pasa? Habla.
- No tengo nada que decir.
- Carlos, por favor. - los ojos se me pusieron llorosos. Esta vez no aguanté. Odio cuando se pone así, sin querer hablar, tan serio, tan distante... - Por favor, Carlos, dime qué ha pasado para que estés así. Yo no puedo seguir como estoy. Necesito saber la verdad...
Su rostró se transformó. Parecía débil, muy débil, como si este asunto le afectara más de lo que parecía. Puede que esa fuese la razón.
- ¿Quieres saber la razón?
- Sí.
- Es que... Me vas a odiar, Sara. - hizo una pausa. - Yo me odio a mí mismo por esto. No me puedo creer lo que he hecho. He cometido el mayor error de mi vida.
- He vivido muchas cosas malas, Carlos. Y te conté todas. No creo que esta sea tan mala.
- Créeme que sí, Sara.
- ¿Quieres decirlo ya? - estaba poniendome histérica, furiosa, las lágrimas caían, no sé si de tristeza, angustia, o rabia, pero caían.
- Sé que esto no me lo vas a perdonar en la vida... - dijo, con voz de pasarlo muy mal. - Así que si dejas de hablarme, y me olvidas, cosa que es lo que deberías hacer, te entendería. Es más, quiero que hagas eso mismo, alejarte de mí.
- ¿¡Pero qué ha pasado!?
- Van a hacerte daño, Sara. Hacerte daño, como mínimo.
- ¿Por qué? No te entiendo.
Entonces, ocurrió algo que nunca había visto. Él, Carlos, había empezado a llorar.
- Yo... todo es por mi culpa. Te contaré todo desde el principio. Verás, te quiero, Sara, más que a nada en este mundo, tenlo por seguro. - suspiró, hizo una pausa, y continuó. - Pero cuando te conocí, no. ¿Crees que nos conocimos por "accidente", verdad? - asentí, me temblaba todo. - Pues no fue así. Todo estaba planeado.
- No entiendo.
- Verás... Un hombre me amenazó de que si no hablaba contigo, me haría daño. Yo no te conocía, así que lo hice.
- ¿Por qué quería que hablaras conmigo? ¿Quién era ese hombre?
- Quería que hablara contigo para saber si habías contado a alguien lo de tu madre.
Me quedé helada. Petrificada. ¿Era uno de esos hombres? Tendría que serlo, porque si no, no lo sabrían. Carlos continuó hablando.
- El caso es que el hombre me preguntaba todos los días, y me seguía amenazando, así que, al final, me lo contaste. Y yo se lo conté, cosa que a él no le gusto.
- ¿Qué no le gustó? - dije, nerviosa.
- No le gustó que me lo contaras. - se paró de nuevo, y se limpió las lágrimas con la manga de su camiseta. - Pero a lo largo de este tiempo, me he enamorado de ti. Yo no sabía lo que iba a encadenar esto... Me dijo que no le gustó, pero no me dijo que te fuera a hacer nada. Pero aquel día por la mañana, antes de que tú despertaras, me llamó. Me dijo que te engañara, que fuera contigo a un sitio, para él poder hacerte daño. Cuando colgué me di cuenta de toda la que había formado, del daño que había causado. Entonces, pensé que lo mejor sería alejarte de mí, que te alejaras lo máximo que pudieras, porque sé que ese hombre es capaz de seguirme, tan solo para dar contigo. Y por eso, me fui de esa forma tan repentina.
Se calló. ¿Eso era lo que pasaba? ¿Y ahora qué? ¿Me van a matar?
- Y... ¿me va a matar? - dije temblorosa.
- Antes de que ese hombre te toque, tendrá que hacerme algo a mí primero, no pienso dejar que te haga nada. He sido un capullo, y lo siento tanto.
- Pero Carlos... - dije, dudando. - ¿Ese hombre era uno de los que mató a mi madre, verdad?
- Sí.
- ¿Lo conoces?
- Sí, por desgracia, sí. - dijo entristecido.
Estaba nerviosa, muy nerviosa, pero tuve que preguntar esto.
- ¿Y quién es ese hombre?
- Ese hombre, es el marido de mi madre.
- ¿Me lo prometes de verdad?
- Te lo prometo.
- Pues te espero a la salida en la puerta.
Me levanté y me fui. Estoy confiando en él, espero que no me falle.
Lentísimo. Ese es el adjetivo que define perfectamente como ha pasado el tiempo desde aquel recreo. Menos mal que, pasó. El tiempo pasó. Llegó la hora de la verdad. De hablar con Carlos, y de que me dijera el por qué de haberse ido, de comportarse así, de todo.
Fui lo más rápido que pude a la salida, y cuando llegué, él ya estaba allí. De pie, serio, esperándome.
- Ven, vamos al parque de siempre. - dijo en tono "tranquilizador".
Le seguí. Llegamos pronto, ya que estaba bastante cerca, aunque el camino se hizo eterno. Nos paramos y nos quedamos de pie. Yo estaba esperando a que él hablara, pero como no lo hacía, hablé yo.
- Bueno, ¿qué pasa? Habla.
- No tengo nada que decir.
- Carlos, por favor. - los ojos se me pusieron llorosos. Esta vez no aguanté. Odio cuando se pone así, sin querer hablar, tan serio, tan distante... - Por favor, Carlos, dime qué ha pasado para que estés así. Yo no puedo seguir como estoy. Necesito saber la verdad...
Su rostró se transformó. Parecía débil, muy débil, como si este asunto le afectara más de lo que parecía. Puede que esa fuese la razón.
- ¿Quieres saber la razón?
- Sí.
- Es que... Me vas a odiar, Sara. - hizo una pausa. - Yo me odio a mí mismo por esto. No me puedo creer lo que he hecho. He cometido el mayor error de mi vida.
- He vivido muchas cosas malas, Carlos. Y te conté todas. No creo que esta sea tan mala.
- Créeme que sí, Sara.
- ¿Quieres decirlo ya? - estaba poniendome histérica, furiosa, las lágrimas caían, no sé si de tristeza, angustia, o rabia, pero caían.
- Sé que esto no me lo vas a perdonar en la vida... - dijo, con voz de pasarlo muy mal. - Así que si dejas de hablarme, y me olvidas, cosa que es lo que deberías hacer, te entendería. Es más, quiero que hagas eso mismo, alejarte de mí.
- ¿¡Pero qué ha pasado!?
- Van a hacerte daño, Sara. Hacerte daño, como mínimo.
- ¿Por qué? No te entiendo.
Entonces, ocurrió algo que nunca había visto. Él, Carlos, había empezado a llorar.
- Yo... todo es por mi culpa. Te contaré todo desde el principio. Verás, te quiero, Sara, más que a nada en este mundo, tenlo por seguro. - suspiró, hizo una pausa, y continuó. - Pero cuando te conocí, no. ¿Crees que nos conocimos por "accidente", verdad? - asentí, me temblaba todo. - Pues no fue así. Todo estaba planeado.
- No entiendo.
- Verás... Un hombre me amenazó de que si no hablaba contigo, me haría daño. Yo no te conocía, así que lo hice.
- ¿Por qué quería que hablaras conmigo? ¿Quién era ese hombre?
- Quería que hablara contigo para saber si habías contado a alguien lo de tu madre.
Me quedé helada. Petrificada. ¿Era uno de esos hombres? Tendría que serlo, porque si no, no lo sabrían. Carlos continuó hablando.
- El caso es que el hombre me preguntaba todos los días, y me seguía amenazando, así que, al final, me lo contaste. Y yo se lo conté, cosa que a él no le gusto.
- ¿Qué no le gustó? - dije, nerviosa.
- No le gustó que me lo contaras. - se paró de nuevo, y se limpió las lágrimas con la manga de su camiseta. - Pero a lo largo de este tiempo, me he enamorado de ti. Yo no sabía lo que iba a encadenar esto... Me dijo que no le gustó, pero no me dijo que te fuera a hacer nada. Pero aquel día por la mañana, antes de que tú despertaras, me llamó. Me dijo que te engañara, que fuera contigo a un sitio, para él poder hacerte daño. Cuando colgué me di cuenta de toda la que había formado, del daño que había causado. Entonces, pensé que lo mejor sería alejarte de mí, que te alejaras lo máximo que pudieras, porque sé que ese hombre es capaz de seguirme, tan solo para dar contigo. Y por eso, me fui de esa forma tan repentina.
Se calló. ¿Eso era lo que pasaba? ¿Y ahora qué? ¿Me van a matar?
- Y... ¿me va a matar? - dije temblorosa.
- Antes de que ese hombre te toque, tendrá que hacerme algo a mí primero, no pienso dejar que te haga nada. He sido un capullo, y lo siento tanto.
- Pero Carlos... - dije, dudando. - ¿Ese hombre era uno de los que mató a mi madre, verdad?
- Sí.
- ¿Lo conoces?
- Sí, por desgracia, sí. - dijo entristecido.
Estaba nerviosa, muy nerviosa, pero tuve que preguntar esto.
- ¿Y quién es ese hombre?
- Ese hombre, es el marido de mi madre.
:O Quéeeee???Y lo dejas así ?? Con: "Ese hombre, es el marido de mi madre"?? Tienes que publica si o si;) El cap me ha encantadooo!!! Sigue:D
ResponderEliminarUn beso grande. Any
:O! ¡¿Como dejas el capitulo así?! No podré aguantar la intriga hasta el próximo capitulo.
ResponderEliminarAVISO: Si no comento en el próximo capitulo, me he muerto de la intriga. xD.
Bueno, al menos Carlos le ha dicho a Sara que la quiere...
Publica cuando puedas. ¡Un besazo! :D
Dios. La historia ha dado un giro de 180º. Me encanta. Espero el siguiente capitulo con muchas ganas ;)
ResponderEliminarNueva seguidora!!!!!!
ResponderEliminarMe encanta tu nove!!! y el cap estubo Mortaal!!!
AAiiiiii espero q no le haga nada!!
El marido de la madre??? Noooooooooo!Dios q maldito!!!Pobree Sara
Pobre tambien Carlos!! q tiene q vivir con ese¬¬
Aiiiiiiiiii ya kiero el proximo cap!!
Besos!
Cuidate♥