viernes, 11 de noviembre de 2011

Capítulo 8.

*Narra Carlos.


No puede haberse ido... No sola, no para encontrarse con él. ¿¡Cómo he podido dejar que se fuese!? ¿¡Cómo he podido dejar que todo pasara!? ¡Todo por mi culpa! ¡Nunca debí contarle nada a el marido de mi madre! Tengo que detenerla, pero yo solo no podré... Tengo que buscar a su hermano, aunque esté en la universidad. Bajo y voy a la parada de autobús. Mierda, acaba de pasar el autobús. No tengo tiempo que perder, iré corriendo, aunque esté lejos... Todo sea por salvarla, por salvar al amor de mi vida.


Llegué. Asfixiado, pero llegué. Entro lo más rápido que puedo, sin correr, estoy parece un sitio serio, y me dirijo donde está la que parece la recepcionista.
- ¿Puedo ayudarle? - preguntó en tono amable.
- Busco a Roberto López. ¿Me podría decir en qué clase se encuentra?
- Espere un segunditto. - empezó a mirar en su ordenador. - Ahora mismo está en la segunda planta, tercera puerta a la izquierda.
- Muchísimas gracias.
Me dirigí lo más rápido que pude a las escaleras. Llegué a la segunda planta y me asomé a la tercera puerta a la izquierda, como había dicho la recepcionista. No sé qué clase sería, pero el profesor tenía una cara de sieso... Llamo a la puerta y viene el profesor y me la abre.
- ¿Qué quiere? - preguntó con voz grave.
- Busco a Roberto López, ¿está en esta clase?
El profesor miró hacia la clase y dijo:
- Señor López, salga, le están buscando.
Al cabo de unos segundos, salió por la puerta. El maestro la cerró y siguió con su clase.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó.
- Es tu hermana. - se quedó serio. - Se ha ido.
- ¿Ido? ¿A dónde?
- A buscarlo...
- ¿¡Qué!? ¿¡Por qué!? ¿¡Qué ha pasado!?
- Íbamos por la calle  y me llegó un mensaje de él, decía que sabía que esto pasaría, y me puso un localizador en mi móvil y que nos encontraría. Y ella, para no meternos en lío, dice que lo solucionará ella sola, que no quiere causarnos más daño.
- Tenemos que detenerla.
-Por eso vine a buscarte. - caminábamos rápido, no sé a dónde, pero íbamos rápido. - Yo solo no podré, te necesitaba para evitar... una tragedia. - dije tras pensar qué decir.
- Pero... ¿dónde ha ido?
- No lo sé, solo sé que fue a buscarle.
- ¿Pero sabe dónde vives?
- No...
- ¿Y cómo la encontraremos?
Nos quedamos en silencio, no sabíamos dónde encontrarla pero, yo al menos, intenté evitar ese pensamiento. Nos paramos en frente de un coche, el coche de Roberto.
- Vamos en mi coche.
Subimos y nos dirigimos, a salvar a Sara. Todo sea por ella. Por favor, que no lleguemos tarde...


*Narra Sara.


Llegué a mi casa. Iba a abrir la puerta, cuando me di cuenta de que ya estaba abierta. Tuve miedo, pero tras vacilar unos segundos, entré. Era hora de que todo acabara. Pasé al salón y fui a encender la luz, pero alguien se me adelantó.
- Volvemos a vernos... - dijo el hombre. - Vaya... has cambiado mucho. ¿Cómo estás, Sara?
- ¿Qué quiere? - dije tensa.
- No me llames de usted, Sara. Me llamo Jorge. Bueno... tú tal vez no te acuerdes de mí, es la primera vez que me ves la cara, pero yo de ti sí me acuerdo... - no me di cuenta de que se había estado acercando hasta quedar cara a cara junto a mí. - Y creo que tenemos un tema pendiente.
Cuando me di cuenta, me tenía cogida de los pelos y me había tirado al suelo. Él estaba sentado encima mía, y me tenía cogida de los pelos. Yo gritaba, pero nadie me escuchaba, y a él le daba igual.
- Creí que mi compañero y yo te advertimos que no podías contarle nada a nadie, pero no hiciste caso, ¿verdad? - sacó de su bolsillo una navaja. - Y vas a tener que pagar por ello, Sara. Nadie nos desobedece, y menos una niña de instituto, como tú.
Me hizo un pequeño corte en la muñeca y gemí de dolor.
- Disfruté matando a tu madre, y disfrutaré matándote a ti.
Debería tener fuerzas, y poder propinarle un golpe para escapar y llamar a la policia, para que lo metan en la cárcel de una vez por todas, pero no pude.
- Y después de ti, irá el estúpido de tu novio, ese tal Carlos.
Aquello fue suficiente para tener fuerzas. Le pegué una patada, y no sé cómo, pero conseguí quitármelo de encima. Me levanté e intenté coger el teléfono, pero cuando iba a alcanzarlo, me agarró de la muñeca donde me había cortado antes y me tiró al suelo. Grité, muchísimo. ¿Y si me rindo? Lo mejor será que me rinda... así todo acabará antes y dejaremos de sufrir... Estuve un rato quieta, pero él no hizo nada.
- ¿No vas a luchar? - preguntó. - Así no tiene gracia... Me gusta que lo pases mal, le da un toque interesante a la cosa... Tendré que ponerlo yo interesante. Sacó otra vez la navaja y me volvió a hacer otro corte, esta vez en la pierna y algo más profundo, y mucho más doloroso. Volví a gritar. Gritaba todo el tiempo, y él se reía. Estaba empezando a marearme... ¡odio la sangre! Ya no luchaba, me sentía inconsciente, pero sentí que me hizo otro corte, esta vez en la mejilla. Notaba cómo poco a poco me desangraba. Aquí llegó mi final... ¿cuánto tiempo me va a hacer sufrir? No aguanto más... Este es el final... el final de mi vida... vida que en el último año no ha sido muy agradable que digamos... Me rindo definitivamente. Ahora veo borroso. Otro corte... ¿cuántos más va a hacer? ¿Va a dejar que me desangre? Éste último creo que fue en el brazo... ya ni si quiera sé dónde estoy. Cierro los ojos definitivamente, no tengo fuerzas ni para eso.
- ¡Para!
Escuché aquel grito y sentí que Jorge se quitaba de encima mía de un golpe.
- ¡Sara! - es su voz... - ¡Sara! ¿Estás bien? - no respondí, no tenía fuerzas. - ¡Roberto! ¡Ayúdala!
Escuchaba golpes de personas pegándose. ¿Había oído Roberto? No estoy segura, apenas estoy consciente. 
- ¡No puedo ayudar! - escuché a mi hermano, que al parecer sí que estaba. - ¡Carlos! ¡Ayúdame! Cuando terminemos con él, la podremos ayudar.
- ¡Pero se está desangrando! - gritó desesperado.
- ¡No tenemos elección! ¡Coge el teléfono y llama a la policía mientras pueda sujetarlo!
- Pero...
- ¡Vamos!
Sentí que Carlos se separaba de mí. No... no te separes de mí ahora... Te necesito conmigo. Lo noté hablando de fondo pero ya apenas escuchaba. Cada vez me sentía más ausente, no me quedaban fuerzas. 
Al rato escuché, pero muy flojo, apenas inaudible, la voz de Carlos en un susurro.
- Aguanta Sara, por favor... Aguanta.
Lo último que escuché fue el sonido de la policía y de la ambulancia a lo lejos, y me quedé totalmente inconsciente.

1 comentario:

  1. ¡NOOOOOO! No puede pasar esto ahora, no ahora que todo estaba tan bien... :(
    Bueno, pensemos en positivo, la policia arrestará a Jorge y no volverá a molestar más a Sara y a Carlos... ¿no? Si, si y si. :)
    Publica cuando puedas. Cuídate mucho. ^^

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