*Narra Carlos.
- Aguanta Sara, por favor... Aguanta.
Sentí que después de decir eso, se quedó inconsciente. Al menos se escuchaba a lo lejos la policía y la ambulancia. Por favor, que no se valla... De repente, abrieron la puerta de golpe, y entró la policía.
- ¿Qué ha pasado aquí?
- Por favor, detengan a este hombre. - dijo Roberto, intentando parecer tranquilo. Aún no me habían visto, así que tampoco habían visto a Sara...
- ¿Pero qué ha hecho?
- Por favor, deténgalo, no hay tiempo...
- Si no hay razón, no podemos arrestrarlo.
- ¿¡Les parece poco matar a una mujer hace un año y ahora torturar a una niña y por poco no matarla!? - el policía me escuchó, y me buscó por la habitación, hasta que me vio en el suelo, arrodillado y con Sara en los brazos. - ¿¡Les parece suficiente!? - yo estaba a punto de llorar ya, no aguantaba más. La tenía allí en mis brazos así... No quería ni imaginarme que estuviera... No quiero ni pensar esa palabra.
- Deténganlo. - dijo el policía. - ¿Qué es lo que ha pasado?
- Roberto, cuéntaselo tú... - dije yo. No sería capaz de decir que todo esto es culpa mía, porque era así.
- Verá, agente, este hombre mató a mi madre hace un año, esa es mi hermana. Ella lo vio todo. Pero estaba amenazada. Le dijo que si lo contaba la mataría a ella, y entonces ella no contó nada. - estuvo un rato pensativo. - El hombre la siguió todo este tiempo, a distancia, para saber si lo contaba o no. Pero se lo contó a Carlos. - me señaló a mí. - Que, casualmente, es el hijo de la mujer de ese hombre, pero él no es su padre. Él me contó que a su madre también la maltrataba, y a él le amenazaba. El hombre, al ver que ella lo contó, decidió matarla, pero Carlos se enteró y huyeron a mi piso, que es fuera de aquí. Fue cuando me enteré de todo lo ocurrido. Pero hoy, llegó un mensaje al móvil de Carlos, y era de este hombre. Dijo que les buscaría y los mataría, por lo que Sara huyó, para que no nos hiciera daño ni a Carlos ni a mí. Fue... muy valiente. - dijo apenas en un susurro. - Cuando llegamos, ya era demasiado tarde, ella ya estaba así...
- Gracias, señor. - dijo el agente.
- De nada...
Entonces entraron los de la ambulancia.
- ¿Dónde está el herido?
- Está aquí... - dije en un hilo de voz. Tenía ganas de llorar. Roberto me ha cubrido... Jamás podré pagarle eso después de los problemas que causé. Los de la ambulancia cogieron a Sara y se la llevaron en una camilla. Roberto y yo fuimos detrás de ella. Íbamos a montarnos en la camilla, cuando dijeron:
- Solo puede ir uno atrás.
Yo miré desesperado a Roberto. Sé que él también lo estaba pasando mal, pero yo necesitaba ir con ella, decirle que aguante, que todo va a ir bien, que no puede dejarme...
- Por favor, déjame ir a mí.
Roberto se quedó un rato pensativo, pero al final dijo:
- Está bien... Nos vemos en el hospital, yo iré en mi coche.
Me monté en la ambulancia, y me senté lo más cerca que pude de ella. Vi cómo se preparaban para reanimarla. Frotaron las placas y se las estamparon en el pecho. Me encogí al ver como el cuerpo de ella, para mí, un cuerpo tan delicado, se levantaba ante la electricidad, pero ella no respondía. Lo hicieron un par de veces más, pero nada. Luego esperaron un rato, y después lo intentaron otra vez. Nada.
- Sara, por favor. - le cogí la mano. - No te vayas. Reacciona. - alguna lágrima se deslizó lentamente por mi mejilla. - No me dejes... Quédate conmigo...
Estuvieron intentándolo hasta que llegamos al hospital. La metieron a saber dónde y yo me quedé solo, esperando en la sala de espera. Al poco rato llegó Roberto.
- ¿Qué ha pasado? - preguntó. - ¿Sabes algo?
- No... Han estado todo el camino intentando reanimarla, pero ella no respondía... - dije en apenas un susurro. - Ahora solo queda esperar...
Al bastante rato, sinceramente, no sabía cuánto tiempo había pasado. Llegó una enfermera.
- ¿Familiares de Sara López?
- Nosotros. - dijo Roberto.
- Vengan conmigo.
- ¿A dónde vamos? - pregunté impaciente.
- Vamos a su habitación.
Eso... Eso era algo bueno, ¿no? Seguro que ya estaría despierta... Llegamos a la puerta número 347, supongo que sería la suya.
*Narra Sara.
Me dolía todo, no veía nada.
- Pasen, es aquí. - escuché bastante flojo a una mujer. Oí unos pasos entrando.
- ¿Cómo está? - era mi hermano. ¡Está aquí! Pero no le veo, no puedo abrir los ojos.
- ¿Está bien? - Carlos. Mi Carlos, está aquí también. Quiero decirle que le quiero, pero tampoco consigo hablar, no puedo moverme.
- Esperen un momento a que venga el doctor. - dijo la mujer.
Escuché la puerta cerrarse. Mi cuerpo no respondía, pero oía todo.
- ¿Crees que estará bien? - preguntó Carlos.
- Eso espero... - dijo mi hermano.
Escuché la puerta abrirse, y unos pasos entrando en la habitación.
- Buenas, soy el doctor Gómez. ¿Sois familiares de Sara?
- Sí. - respondieron los dos. - ¿Cómo está? - esta vez fue mi hermano el que habló.
- Verán... Está en coma.
- ¿¡Cómo que en coma!? - preguntó Carlos alterado.
- Eh, tranquilo... - dijo intentando tranquilizarlo mi hermano.
- La han reanimado, pero no despierta. Su corazón late, pero el cuerpo no responde. Pero no está muerta.
- ¿Crees que despertará? - preguntó mi hermano.
- No lo sabemos... no podemos decir nada.
¡Pero si estoy despierta! ¡Estoy aquí! ¡Pero no puedo hablar ni moverme! Estoy cansada... Pero tengo que luchar.
- ¿Es posible que... - Carlos tragó saliva - ... que no despierte nunca?
- No lo sabemos. Solo nos queda esperar.
¡NO! No, no, no y no. Sara se tiene que recuperar y vivir su vida junto a Carlos. Carlos... *.*
ResponderEliminarPublica pronto, ¿eh? Un beso muy grande. :D
Hoy me puse a leer la historia y ME ENCANTÓ Que se mejore Sara así esta con Carlos. Que se mejore.
ResponderEliminarPublica pronto! Besos!!
Premio en mi blog:
ResponderEliminarhttp://ahoraqueteconocinuncamesepararedeti.blogspot.com/2011/11/premiooos.html
Un beso! ^.^
Sara es muy valiente. Seguro que sale adelante. He tardado en volver a leer tu historia pero me está gustando mucho.
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