jueves, 27 de octubre de 2011

Capítulo 4.

- Lo siento tanto, Carlos... - dije, apenas en un susurro. - Ahora entiendo por qué decías que no había muy bien ambiente en tu casa... ¿Quieres vivir aquí? - dije sin pensar.
- ¿Qué? - dijo, sorprendido. - ¿Y tu hermano y tus padres, qué?
- Pues... - era ahora o nunca. - Vivo sola.
- ¿Cómo que vives sola? ¿No decías que había mal ambiente en tu casa también?
- Mentí. Simplemente no hay ambiente.
- Y... - hizo una pausa, indeciso. - ¿Se puede saber por qué?
- Te contaré dos cosas, la versión que todos saben, y la que solo sé yo.
- ¿Qué? - dijo, sin comprender nada.
- "Se supone" que mi madre murió atropeyada, y que mi padre al poco tiempo se suicidó, y que mi hermano está en la universidad... Lo de mi padre y mi hermano es cierto, pero lo de mi madre no...
- No te entiendo, Sara.
Sentí que me ponía pálida de recordar eso, e indecisa de contarlo... Ha pasado un año, no va a pasarte nada... Pero, ¿y si pasa?
- ¿Sara? Te has quedado embobada mirando a la nada. ¿Estás bien? Estás pálida...
- Sí, estoy bien.
Estuvimos un rato callados, supongo que él dio la conversación por terminada, pero no era así.
- A mi madre no la atropellaron, la asesinaron, y yo estaba delante. - dije de sopetón. Mientras hablaba un par de lágrimas cayeron por mi mejilla. ¿Habré hecho bien? Sí, confío en Carlos.
- ¿Qué? - dijo sorprendido, muy sorprendido.
- Verás, te contaré la historia... - respiré hondo, y continué - Mi madre y yo íbamos a comprar cuando nos cogieron dos tíos y nos metieron en una furgoneta. Nos llevaron a quién sabe donde, creo que era una especie de garaje o yo que sé. A mí me ataron a un poster y a mi madre le pegaron una paliza. Mientras se la pegaban, conseguí escapar, pero la dejé allí, si la ayudaba me matarían a mí... Además, mi madre estaba ya... - se me quebró la voz - casi muerta. Entonces escapé, pero conté que la habían atropeyado. Hubo mucho lío de sobre qué pasó con el cuerpo y todo eso, pero al final la gente se lo creyó.
- ¿Y por qué no contaste la verdad?
- Uno de los tíos me amenazó en hacerme daño si lo contaba.
Se quedó en silencio. Me levanté y cogí un pañuelo para limpiarme las pocas lágrimas que había derramado.
- Vaya... - consiguió decir al cabo de un rato. - ¿Estás bien?
- Sí...
Me abracé a él lo más fuerte que pude. No pensé que me afectaría tanto... Lo cierto es que es reconfortable, estar con él es reconfortable. Me siento segura con él. Hemos cogido tanta confianza... Y creo que me está empezando a gustar... No, Sara, no. Es tu amigo, estás confundiendo los sentimientos.
Me separé cuando me dí cuenta de que llevábamos demasiado tiempo así.
- Bueno... - suspiré - ¿Cuándo?
- ¿Cuándo qué?
- ¿Cuándo te quedas en mi casa?
- ¿Era en serio? - dijo con una sonrisa.
- Sí.
- Por mí, esta noche mismo me vengo.
- Pues ya sabes.

***

- ¡Despierta! ¡Que vamos a llegar tarde!
¿Os he contado que tengo un despertador personal desde que llegó Carlos a casa?
- Venga, Carlos... Déjame dormir un ratito más...
- No, no, no, de eso nada que llegamos tarde. ¡ARRIBA O TE ECHO ENCIMA UN CUBO DE AGUA FRÍA!
- No eres capaz.
- ¿Que no?
Sentí que se me congelaba el cuerpo.
- ¿¡Qué haces!?
- ¡ARRIBA O VOY A POR OTRO!
- Vale, vale... Ya voy.
Y me levanté del tirón. Dios, que frío... Ya me vengaré. Me preparé como siempre, lo más rápido que pude y desayuné una tostada, que apenas saboreé. Menos mal que por el camino íbamos despacio porque prácticamente estaba al lado.
- Bueno, me voy para mi clase. - dije yo.
- ¡Adiós! ¡Nos vemos en el recreo!
Y cada uno nos fuimos a nuestra clase. En realidad, había cogido mucha confianza con él, y aunque mi razón me decía que no, mi corazón me decía que le quería como algo más que a un amigo. Pero ese sentimiento lo tenía apartado, intentaba no pensar en él. Llevaba en mi casa dos meses más o menos, y me llevaba muy bien con él, a pesar de que me lleve dos años. Además, no es tanto.
Tengo con él demasiada confianza... Desde que le conté lo de mi madre, me siento más libre, siento que me quité un peso de encima. Me siento bien, por una vez en muchísimo tiempo.
Llegué a la clase y mis antiguas amigas, como siempre, me miran descaradamente. Aunque con Carlos me llevo bien ahora, con ellas sigo igual... Seguimos mal. Pero bueno... A eso ya me acostumbré.

El día pasó rápido, gracias al cielo. Sonó el último timbre del día y me fui a la salida, donde quedaba con Carlos para volver a casa. Al poco rato llegó.
- ¡Menos mal! Llevaba un rato esperándote. - mentí.
- ¡Mentira!
- ¿Cómo que mentira?
- Lo primero, mientes muy mal, no sé cuántas veces tendré que decírtelo. Lo segundo, te ví llegar desde la ventana.
- ¿Me espías? - dije intentando parecer ofendida.
- Puede... es que me preocupo por ti.
- ¿Y por qué?
-Porque... - se quedó un rato pensativo. - Porque para mí eres como... - otro rato pensando. - mi hermana pequeña.
- Claro, claro...
- ¡Que sí!

La tarde pasó como siempre. Llegamos, comimos, hicimos nuestros deberes y luego fuimos al parque, cosa que se hizo rutina desde que vino a casa. Estábamos haciendo la cena bueno, "la cena", eran bocadillos - no se nos daba muy bien la cocina -.
Nos sentamos e hicimos lo típico de nuestros viernes: ver una película.
En realidad no estaba prestando atención a la peli. Estaba pensando en él... Le quiero, para qué negarlo. Pero eso solo lo sabré yo, porque no quiero perder la amistad.
Estábamos en el sofá y estaba muy cansada, y de forma insconciente me recosté y dejé caer la cabeza sobre su regazo. Cuando me di cuenta, iba a apartarme, pero al ver que a él no le importaba, me quedé así. Me estaba acariciando el pelo. Me sentía bien, protegida, segura.
Creo que la película había acabado, pero no me di cuenta, estaba mirándole a él, pero para mi desgracia se dio cuenta y me puse roja como un tomate.
- ¿Qué miras?
- Nada... - dije poniéndome más roja aún.
- Sí claro... nada. Venga ya, dime qué mirabas...
- He dicho que nada...
Estuvimos un rato en silencio, hasta que Carlos me miró, y dijo.
- Sara...
- Dime.
- Tengo que... - dijo dubitativo. - Tengo que contarte algo.
- ¿El qué?
El resto pasó todo muy rápido. Tenía sus labios estampados contra los míos. Una sensación bastante reconfortante. ¿Me quería? ¿Y yo a él también? ¿Por qué me hago preguntas de tontos? Se separó y me sonrió.
- Te quiero. - susurró.
- Y yo. - le respondí. Y nos dimos un nuevo beso, pero esta vez, se lo di yo a él.

**

Sábado. Hoy hacía tres semanas con Carlos - ya que, oficialmente, me pidió salir con él es sábado -. Estos días han sido los mejores de mi vida, pero estos últimos no sé... Carlos ha estado un poco raro. A penas hablábamos, y no sabía qué le pasaba. Nunca le pregunté porque no quería ser una pesada, pero hoy se lo voy a preguntar. Ya no puedo aguantar más, está muy distante.
Era por la mañana, fui a buscarle a su habitación pero no estaba, así que supuse que estaría en la cocina, y acerté. Allí estaba, tomñandose un café.
- Buenos días. - dije de una forma cálida. Y le di un beso en los labios.
- Buenos días. - dijo secamente, como siempre últimamente.
- ¿Qué te pasa, Carlos? - pregunté, un poco enfadada.
- ¿Qué me pasa de qué?
- Sí, no te hagas el tonto. Llevas unos días distante conmigo, ¿ha pasado algo?
- No pasa nada, Sara.
- No pienso eso. ¿Qué ha pasado?
- Nada.
- ¿No me vas a contar?
- No puedo seguir así. - dijo suspirando, rindiéndose.
Se levantó y fué a su cuarto. Lo seguí, pero cerró la puerta y me quedé fuera.
- ¿Me lo vas a decir?
- No.
- ¿Y qué vas a hacer?
No contestó. Solo escuchaba ruidos procedentes del armario y una cremallera.
- ¿Qué estás haciendo, Carlos?
No contestaba. Al rato, salió por la puerta, con la maleta.
- Me voy.
- ¿A dónde?
- No sé, de aquí.
- ¿Por qué?
- Porque sí.
- ¿Qué te pasa?
- No puedo seguir así.
Llegamos a la entrada. Él empezó a abrir la puerta, pero me puse en medio y se la cerré.
- No te vayas.
- Déjame irme.
- ¿Pero por qué?
- ¡Que me dejes irme! - me gritó. Se me quedó la cara blanca. Los ojos se me pusieron rojos y llorosos, mientras sentía como todo mi mundo se derrumbaba. Él me esquivó y salió por la puerta, cerrándola con un portazo.
Se ha ido. Se ha ido.
¿Por qué se ha ido? ¿Qué ha pasado? Caigo rendida al suelo, sentada, y empiezo a llorar desconsolada.

9 comentarios:

  1. Muy lindo el cap!!
    Pero por que se fue Carlos??
    Mucha intriga, espero que publiques pronto!!
    Un beso
    XOXO

    ResponderEliminar
  2. ¡NOOOOOOO! ¿Porque se habrá ido Carlos? ¿Ya no quierea Sara?
    Pobre Sara, estará muy mal... :'(
    Espero pronto el próximo capitulo. Besos. ^^

    ResponderEliminar
  3. Un capitulo genial!!!Por que se fue Carlos??
    Pobre Sara*-*
    Publica pronto, plis. Quiero saber qué paso!!!
    :D
    Cuidate mucho...Un beso, Any

    ResponderEliminar
  4. T_T Orgh, porque se va Carlos? Y porque sin una explicación? Quiero que publiques prontoooo! Un beso! ;)

    ResponderEliminar
  5. yo creo que carlos tiene aloque ver con su madre -.-... sospechas mias... por eso se fue.
    PUBLICA PRONTO.
    besitos.
    SOÑADORA

    ResponderEliminar
  6. Tienes un premio en mi blog. Un beso. :D
    http://ahoraqueteconocinuncamesepararedeti.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  7. Increible...has mezclado una historia de amor preciosa con una gran desilusión...
    Estoy ansiosa de leer el siguiente capítulo ^.^

    ResponderEliminar
  8. es precioso el cap cuando Caros se ha ido y Sara se ha derrumbado me han llegado los sentimientos y casi me pongo a llorar.

    ResponderEliminar
  9. Pprqueeew!!! pero s puede saber k coño le pasa al toi ese jaa muy bueno el cap

    ResponderEliminar

Comenta lo que quieras: opinión, sugerencias... Pero, por favor, no insultes ni el capítulo, ni a mí, ni a otros usuarios o comentarios. Gracias.